Mi confrontación con la docencia
Introducción
El
maestro es el agente educativo más valioso
para el aprendizaje, en el desarrollo y progreso de los estudiantes que están a
su cargo. Es de capital importancia su participación al contribuir a que sus
alumnos aprendan, a la vez que desarrollen valores así como competencias y
actúen de manera oportuna, pertinente y adecuada en todas las situaciones en
las que se requiera su participación.
En un
proceso reflexivo de la historia personal
sobre mi experiencia docente, que es reflejo de mis 33 años de servicio en los
diferentes niveles educativos, pocas veces nos hemos preocupado por cuestionar
lo que hemos hecho en el transcurso, confrontar la realidad áulica con los fundamentos teóricos que
están presentes en nuestra formación normalista. Ese
cuestionamiento inicia al atrevernos a dar un paso fuera del aula y mirar desde
esa nueva posición, meternos nuevamente en el aula y reorientar nuestra acción
para que en un proceso reflexivo, en un
ir y venir entre la teoría y la
práctica, se revalore con nuevos elementos lo que hemos estado realizando y
actualmente hacemos. El narrar y poder cuestionar la propia práctica
profesional es un elemento que permite enriquecer el acto educativo y eleva la
acción docente hacia nuevas dimensiones no consideradas previamente.
Desarrollo
El encontrarme con
mis compañeros en una interacción positiva y propositiva, en la cual la
socialización de las diversas historias personales en la docencia en el nivel
medio superior, me permitió fortalecer y
enriquecer mi aportación inicial, el intercambio de esas ricas e interesantes
historias de vida profesional que van desde quienes apenas inician en la
docencia, así como aquellos que tienen un camino importante andado y han
consolidado una experiencia vasta, suficiente
y necesaria para seguir fomentando en sus alumnos habilidades,
destrezas, conocimientos y competencias que les permitirán como afirma Esteve, “entenderse a
sí mismos y explicar el mundo que les rodea.” Maestros que en un sendero de
acción y propuesta conducen su andar
hacia lo que el mismo autor plantea como algo fundamental, el “ser maestros de
humanidad”, rescatando “el sentido de la sabiduría.”
Mi experiencia en la
docencia en nivel medio superior se remonta al año de 1999 y hasta la
actualidad de forma continua. La docencia
en este nivel, la compartimos de manera simultánea con nuestra práctica
en educación básica y en posgrado. Como
maestro de grupo de primaria de 1978 al
2000 y como directivo de escuela primaria del 2000 hasta el 2010. A partir del
2007 hasta hoy día como docente en la
Maestría en Educación Primaria.
La docencia en el
nivel medio superior nunca estuvo aislada de la experiencia en los niveles
señalados, cosa que de una u otra forma nos daba posibilidades y márgenes de
manejo didáctico y ciertas dosis de certeza en el manejo del contenido y de los
escenarios de aprendizaje. Ello no quiere decir en automático que todo fuese
manejado con éxito; los escenarios de trabajo han sido diferentes, incluso en
el mismo curso con distintos grupos las
actividades varían, el ambiente motivacional, los niveles de atención, así como
el manejo conceptual también son diversos, por las características específicas
de cada grupo.
En lo personal,
considero que no hubo una confrontación entre mi carrera inicial en la Escuela
Nacional de maestros con lo que ahora desarrollo en el nivel medio superior;
creo que ha sido un proceso de continuo complemento enriquecido en sus momentos
por los sustentos teóricos pertinentes. Durante los años de servicio he tenido
la oportunidad de trabajar con diferentes grupos de nivel básico y de nivel
medio superior y superior, éste último en posgrado; ello me ha
permitido detectar una gran variedad de realidades complejas que aquejan a la
escuelas donde he laborado, las
características y necesidades de cada grupo son heterogéneas, en ocasiones se
aprecian ciertas dosis de desinterés de los alumnos por las clases, ello
obviamente me inquieta y procuramos que las sesiones sean lo más interesantes
posibles, así como lo mencionan algunas de mis compañeras en sus
participaciones, hacer de las sesiones clases dinámicas, activas, diferentes a
las tradicionalmente pasivas para que respondan a las expectativas de los
alumnos.
La práctica educativa
es compleja, no es sencilla, lineal ni homogénea, la realidad educativa y con
ella los docentes se perfilan en ese mismo sentido, pues hay compañeros
sumamente comprometidos como los que interactúan en este curso, pero otros que
realmente se encuentran en una zona de confort alarmante, esa realidad está
determinada o marcada por ciertas
limitaciones teóricas, metodológicas y prácticas; ello indudablemente provoca
en los estudiantes situaciones de franco desinterés, logrando los bajos niveles
en las evaluaciones externas a las que nos hemos enfrentado. La constante preparación que he procurado
tener, de una u otra forma me permitió vislumbrar que no puede ser posible que
la enseñanza se encuentre en tal situación y me ha permitido actuar de manera más consciente. Mi incursión
primero como alumno de posgrado y después como docente en ese nivel, en la
Maestría en Educación Primaria permitió ubicarme en espacios académicos que
propiciaron cambios intelectuales cualitativos, que siguen contribuyendo en mi
formación profesional. Ese proceso propició y fortaleció una visión más coherente
y congruente con lo que estudiaba inicialmente
y lo que proponía como docente en
posgrado.
Las asignaturas que
imparto en el nivel medio superior en la Escuela Preparatoria Oficial Anexa a
la Normal de los Reyes Acaquilpan, están estrechamente relacionadas con el
perfil profesional que hasta el momento he logrado, en este sentido, las
asignaturas que a lo largo de 12 años he dirigido son: Historia Universal,
Historia de México, Antropología, Economía, Ética, Análisis de Problemas y Toma de Decisiones, Creatividad
Aplicada y Proyectos Institucionales III. Las seis primeras asignaturas
responden al perfil de mi licenciatura en Historia cursada en la Escuela
Nacional de Antropología e Historia de 1984
a 1988; las cuatro restantes se configuran en el marco cognitivo que es
la esencia de la maestría en Educación con Especialidad en Procesos Cognitivos
de Enseñanza Aprendizaje que cursé en el Instituto Tecnológico de Estudios
Superiores de Monterrey Campus Toluca del 2000 al 2003. Lo anterior se
complementa con la actividad docente en el posgrado que obviamente sigue
fortaleciendo el ámbito psicopedagógico de formación personal.
La base de todo ello
se remonta a los estudios realizados en la Escuela Nacional de Maestros, que de
1974 a 1978 me permitió dar mis primeros pasos en esta bella y noble profesión de la cual me siento
orgulloso y satisfecho, ello me motiva aún más para seguir en un proceso continuo
y permanente de formación profesional. El estar en este curso que promueve la
UPN es un momento más de esa profesionalización, que debe necesariamente traducirse en prácticas innovadoras que
envuelvan a los alumnos, y en un
ambiente de libertad y respeto se pueda avanzar en su preparación
posibilitándoles el desarrollo de habilidades, competencias y conocimientos
pertinentes para afrontar su realidad. Hoy a mis 51 años de edad me siento con
mucho entusiasmo y considero que podemos aportar bastante en este maravilloso mundo docente. Y sin ánimo de lucimiento personal, y lo digo
con toda humildad, coincido en todo lo que afirma Esteve:
Luego,
con el paso del tiempo, corrigiendo errores y apuntalando lo positivo, pude
abandonar las apariencias y me gané la libertad de ser profesor: la libertad de estar en clase con seguridad en
mí mismo, con un buen conocimiento de lo que se
puede y lo que no se puede hacer en una clase; la libertad de decir lo
que pienso, de ensayar nuevas técnicas
para explicar un tema, de cambiar formas y modificar contenidos. Y con la
libertad llegó la alegría: la alegría de sentirme útil a los demás, la alegría
de una alta valoración de mi trabajo, la alegría por haber escapado a la rutina
convirtiendo cada clase en una aventura y en un reto intelectual. (Esteve,
2003, p.1)
Después de leer
con detenimiento las aportaciones de mis
compañeros, aprecio que efectivamente existen muchas coincidencias, anhelos,
expectativas, formas de trabajo, incluso los obstáculos a los que nos enfrentamos
en la realidad. Al leer sus narraciones me imagino que el espacio de narración
es indistinto, que la problemática educativa no es regional sino que es
nacional respecto a los obstáculos que se presentan en la docencia en el nivel
medio superior, entre ellos, la saturación de alumnos en los grupos, la
carencia de recursos tecnológicos para hacer efectiva el uso de las TICs, las
presiones y arbitrariedades de los directivos, la sobrecarga de trabajo
administrativa; es coincidente también la gran disposición y energía que
dimanan en cada uno de sus centros laborales para hacer de la adversidad
oportunidades de crecimiento personal en cada uno de los maestros participantes
en el curso. Es deseable que el salón de clases se convierta en un espacio interactivo,
en donde alumnos y maestros desarrollen todo su potencial en el proceso de
enseñanza aprendizaje, para que los primeros puedan encontrar las posibilidades
de aprender significativamente y los segundos desarrollen plenamente sus
competencias docentes.
Cuando el docente
desarrolla su trabajo con ética, entonces, el docente está comprometido con los
alumnos y su aprendizaje, domina sus temas y sabe cómo enseñarlos, administra y
vigila el desarrollo del aprendizaje de sus estudiantes, está siempre con la
mente en su acción pedagógica y también aprende en el proceso, pues nunca se
deja de aprender, no improvisa, sino que planifica estratégicamente y evalúa de
manera congruente acorde a lo planeado. Lo anterior de una u otra forma responde
a la esencia del texto de Esteve, así como la de Carina C. Cabo y con el deber ser que
plantean como posibilidad al estar en este curso de especialización la mayor
parte de mis compañeros, entre los cuales me incluyo.
Cuando hablamos de profesor, hacemos referencia
a un profesional de la educación, entendiendo a las profesiones como la
formación académica con fuerte arraigo en un cuerpo teórico disciplinar,
avalada por un título, y con autonomía para la toma de decisiones, autonomía
basada en el conocimiento teórico y técnico y, además, en el compromiso (C. Cabo Carina, s/f, p.4)
En el proceso de
participaciones en el foro académico durante este módulo, hay múltiples
coincidencias, la principal es que la gran mayoría estamos preocupados por
hacer las cosas bien, por procurar que nuestra acción didáctica mueva a los
alumnos a situaciones diferentes de aprendizaje, independientemente que en su
momento, el compañero maestro cuente o no con fundamentos psicopedagógicos; se
aprecia que todos tenemos la preocupación de incidir positivamente en los
alumnos, desde un amplio abanico de ámbitos: cultural, valoral, conceptual. En
ese sentido, las coincidencias van a tono con Litwin en C. Cabo Carina cuando
maneja el concepto de buena enseñanza.
Cierre
El buen maestro –coincidiendo
con Esteve, Cabo y compañeros- no espera a cambio de su honesta labor
reconocimientos ni prebendas, sino una tranquilidad interior que logra al saber
que lo que hace lo hace con gusto, amor y pasión y que ello se refleja en el
cambio hacia actitudes positivas de sus alumnos, saber que hemos logrado
sembrar en ellos la semilla del cambio, de la ciencia, de la sencillez así como
el deseo irrefrenable de superación para que su entorno social sea más justo y
obviamente más bello. La satisfacción del deber cumplido.
Algo que he rescatado
en el proceso, es la intencionalidad que tenemos los participantes en este
curso, por seguir preparándonos, no importa los años de labor docente que llevemos,
también, la humildad al reconocer nuestros aciertos así como la decisión de
aprender de nuestros errores para superarlos y convertirlos en posibilidades de
crecimiento personal y profesional. La
búsqueda de alternativas y estrategias para incidir positivamente en el ánimo y
en la motivación de los alumnos. También hay ciertas coincidencias
metodológicas en la didáctica que empleamos, si bien es cierto, que aún no hay
mucha claridad sobre el enfoque basado en competencias, ya se manejan ciertos conceptos, e incluso algunas
planeaciones se acercan a lo establecido en éste. Es indudable que existe una
coincidencia en la búsqueda de alternativas didácticas que nos permitan hacer
bien lo que nos corresponde.
Mtro. Agustín Becerra Ovalle
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